Una de las cosas que marcaron la infancia de mi
generación fueron los videojuegos (aka
fichines). Estos locales florecieron en los ochentas llenándose de niños ávidos de placer lúdico y
poder tocar botonitos a piacere. En aquel entonces la diferencia entre los
juegos en consola que uno podía tener en casa y lo que ofrecían estos locales
era enorme, distancia que con los años se fue emparejando hasta ser superada
por completo hasta pasar a ser la muerte de este negocio.
Hace unos días pasé por Nazca y Rivadavia y vi como Dinos
estaba cerrado y con el cartel de alquiler. Recuerdo como con 1 peso (o 1000 o 10.000
australes según el año) me compraba 8 fichas que me duraban
aproximadamente 2 horas según a que juegos apuntara. Siempre fui un desastre
con los flippers, cero futbol además que al principio había pocos juegos de
“soccer”, por lo que me especializaba en
juegos de pelea de scrolling horizontal o cosas de tiros como terminator y
cualquier cosa con aviones.
Generalmente estos locales estaban atendidos por algún viejo un tanto agreta y con un público mayoría femenino. Las chicas generalmente quedaban en el apartheid del tetris, wonder boy, pac man y New Zealand story.
Generalmente estos locales estaban atendidos por algún viejo un tanto agreta y con un público mayoría femenino. Las chicas generalmente quedaban en el apartheid del tetris, wonder boy, pac man y New Zealand story.
Luego pasados los ochentas fuimos haciéndonos adolescentes y
estos antros que al principio eran limpios y familiares pasaron a parecerse a
nuestras habitaciones, mucho ruido, música y bolonqui general. Empezamos a
apuntar mas a el pool y dejar de lado los fichines ya que en casa ya teníamos una
PC, no era lo mismo pero esa era la gracia. Empezamos a jugar a juegos que
nunca hubieran sido rentables fuera de la PC como el “Monkey Island” y algunos
juegos estratégicos que nos enganchaban por el tema de jugar contra nuestros
amigos.
Avanzando mas en la adolescencia los fichines pasaron a ser
el lugar de encuentro pre-rateada y
nuestros intereses iban por otros lados por lo cual fueron cayendo en el olvido
salvo en los veranos en la playa donde siempre había alguna apuesta entre
amigos marcada por una carrera de Daytona.
Llegado el año 2000 los cybers surgieron como nueva forma de
zafar de la crisis y muchos padres lo usaban como guardería por $1/hora. Lamentablemente
para muchos este precio debido a la alta inflación y la suba de la electricidad
se hizo insostenible, ni hablar de actualizar los equipos para atraer a niños con
ganas de jugar a lo último que salió, counter strike para todos y todas.
Actualmente los cybers que sobreviven pasaron a ser el lugar para el
chateo trampa de los que no pueden en casa o no tienen computadora, seguido por
un porcentaje pervert quemado que usa cabinas.
Si te quedaste con las ganas de terminar algún juego
(maldito “ghost and goblins”) te recomiendo instalarte algún MAME y bajarte
algunos ROMS para así volver a disfrutar de esos juegos clásicos que tantas
horas te alejaron del sol.
Una pena yo pase ppr ahí después de tanto tiempo haber si podía llevar a mi hija y esta cerrado
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